Hasta hace poco se consideraba que los trastornos del sueño y la vigilia
constituían un problema sobre todo en la edad adulta. Fue a partir de los años
80 que unos estudios revelaron que el origen del problema de los adultos que
padecían este trastorno se remontaba a cuando tenían 10 años o menos.
Hoy en día, no tan sólo se reconoce la importancia de la
intervención temprana en estos trastornos, sino que se considera esencial su
tratamiento a fin de reducir la considerable disfunción social y escolar que
puede ocasionar en los niños y adolescentes que lo padecen.
Vamos a ofrecerles una pequeña información de los distintos
tipos de trastornos del sueño en niños que nos podemos encontrar y una breve
definición de los mismos.
Estos trastornos los vamos a clasificar en dos grandes
grupos para que sea más sencilla su diferenciación. Los dos grupos de
clasificación son: DISOMNIAS y PARASOMNIAS.
Por un lado, las disomnias
pueden definirse como trastornos primarios del inicio o mantenimiento del sueño
o de excesiva somnolencia. Se caracterizan por alterar significativamente la
cantidad, calidad u horario del sueño. Algunas de las más habituales son:
- Insomnio. Se considera que un niño sufre de insomnio si al menos 2 veces por semana necesita más de 45 minutos para quedarse dormido, o si se despierta totalmente al menos una vez por semana, durante la noche, sin poder dormirse de nuevo. Hay diferentes tipos y las causas pueden ser muy variadas.
- Hipersomnia. Consiste en una excesiva cantidad de sueño con incremento de la somnolencia diurna. El sueño puede prolongarse más de 8 horas llegando hasta 12 con dificultad para levantarse. Pese a ello, puede haber necesidad de volver con frecuencia durante el día a la cama.
- Trastornos relacionados con la respiración. Se caracteriza por la presencia de episodios de obstrucción parcial o total de la vía aérea superior que aparecen durante el sueño. Esto produce despertares frecuentes, rompiendo el ciclo del sueño y provocando somnolencia diurna.
- Trastornos del ciclo circadiano. Son debidos a una mala sincronización entre el horario de sueño deseado y el real. Se trata de un desajuste por el que el niño no puede dormir cuando lo desea. El resultado es que se producen episodios de sueño en horas inadecuadas y somnolencia durante los momentos de actividad diurna.
Por otra parte, las parasomnias
son aquellos trastornos del sueño caracterizados por acontecimientos o conductas
anormales asociadas al sueño, a sus fases específicas o a los momentos de
transición sueño-vigilia. Las más habituales son:
- Pesadillas. Son sueños largos muy elaborados, con riqueza de detalles y que provocan en el niño una fuerte sensación de ansiedad, miedo o terror.
- Terrores nocturnos. En habitual que durante el episodio el niño se siente en la cama bruscamente y comience a gritar y llorar con una expresión facial de terror y signos de intensa ansiedad.
- Sonambulismo. Episodios en los que el niño se incorpora de forma brusca de la cama e incluso puede levantarse y comenzar a deambular.
- Bruxismo. Se trata del “chirriar de dientes” que se produce por la contracción excesiva de los maxilares.
Deben de tener en cuenta que se tratan de trastornos, y que
por ello para su tratamiento deberán consultar
con un profesional, que les orientará y les aconsejará sobre las pautas que
deberán seguir para que los niños superen estos trastornos del sueño que les
estarán alterando su rendimiento y, tal vez, su personalidad.
Por Noelia Bermúdez Benítez, Psicóloga para la Escuela de Padres y Madres del Ayuntamiento de Barbate
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